La banca regala tecnología de última hora para captar nóminas
25 / 10 / 11
El diario económico Cinco Días, digital, publica como noticia la ofensiva comercial bancaria para captar clientes en este último trimestre del año.
Conseguir clientes cuesta mucho, díganmelo a mí. Mucho dinero y mucho tiempo, pero el marketing bancario es muy potente. Sólo hace falta fijarnos en los medios que utilizan para sus promociones, que son todos, desde los vidrios de sus agencias a pie de calle hasta la los circuitos de Fórmula I.
Conseguir que un ciudadano abone su salario en una cuenta corriente de una determinada entidad financiera, para ésta, es lo mejor. Ha conseguido a un trabajador en activo, viviendo con cinco millones de parados. Si su nómina está en ese banco seguro que domiciliará sus recibos, como agua, gas, electricidad, y demás. Y ese “demás” es mucho como los seguros, el colegio de sus hijos y la mensualidad del gimnasio, entre otros. Eses ciudadano, seguro que necesitará una tarjeta de débito, o de crédito, y con un poco de suerte se atrasará en algún pago que el banco ya se lo cobrará con unos interese por descubierto y sus correspondientes comisiones. Y cuando las vacas empiecen a engordar y ya se puedan realizar préstamos, le concederemos alguno, lo necesite o no, para que la entidad pueda seguir ganando dinero.
La nómina es recurrente, es sagrada. No se toca. Ansiamos por su estabilidad. Y así de igual actuamos con el banco. Si un día intentamos mover la nómina, con todos los pagos que en su día domiciliamos, cambiarlos de entidad costará más que la construcción de la Sagrada Familia. Si estáis aburridos, perdón, muy aburridos, probadlo.
Y si los bancos nos piden, nosotros también. Nos ofrecen, leyendo el artículo, aparatos de última tecnología. Pero mejor pedir cero comisiones, intereses bajos, facilidades para los pagos. Y cuando nos ofrezcan fantásticos productos financieros como planes de pensiones o fondos de inversión preguntemos hasta cansarnos y cansarlos, para que nos digan toda la verdad. No tengamos miedo de sentirnos tontos. Los chicos que están de cara al público vendiendo, tampoco saben tanto. Jugad a ponerlos rojos de vergüenza por no saber contestar vuestras preguntas y veréis que pronto ganáis. En todos los sentidos.
Ernest Casa Ribé
Economista
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